Publicado el 12 de noviembre de 2019
El monaquismo laico es un movimiento creciente en todo el mundo que inspira a las personas a vivir una vida monástica en el hogar y el trabajo. Es una forma de vida basada en la oración intencional, la sencillez y la contemplación tranquila.
¿Te atrae una vida de oración y devoción? ¿Disfrutas de la contemplación tranquila y de la fe disciplinada? ¿Quieres desarrollar una relación más cercana con Dios pero no sabes cómo empezar? Quizás estés llamado a una vida de monaquismo laico.
Todos estamos llamados a servir a Dios. Pero cada uno de nosotros tiene una manera de responder a este llamado. Algunos abandonan todas sus posesiones mundanas y entran en la vida monástica, mientras que muchos eligen convertirse en laicos católicos y servir a Dios devotamente como laicos.
Los practicantes monásticos laicos no son diferentes a cualquier otro laico. La mayoría de ellos están casados, tienen hijos y trabajan en todo tipo de empleos. La única diferencia es que viven sus vidas según los principios de la espiritualidad monástica.
Espiritualidad monástica
La vida consagrada no es la característica distintiva más significativa de monjes y monjas. Más bien, es el hecho de que la vocación que eligieron requiere exclusividad.
Un laico puede ser marido/esposa y madre/padre al mismo tiempo. Además, pueden tener varios puestos de trabajo e incluso postularse para cargos públicos. En definitiva, pueden tener múltiples profesiones y vocaciones a la vez.
La vida monástica, en cambio, no permite una segunda vocación ministerial. Es un compromiso de tiempo completo con Dios, sancionado por votos públicos. En otras palabras, vives sólo para Dios, que es el acto supremo de honrarlo.
Más allá de la exclusividad, gran parte de la espiritualidad monástica está dedicada a la oración y la devoción. Las oraciones son en su mayoría personales y privadas, guiadas por la lectura meditativa y la reflexión de la Sagrada Escritura.
Esta orientación de completa devoción y meditación contemplativa se manifiesta en una vida de oración personal, conversión y separación del mundo secular.
Monacato laico benedictino
La Regla de San Benito constituye el principio fundamental del monaquismo benedictino. Fue diseñado por San Benito de Nursia para los monjes que viven en comunidad bajo la autoridad de un abad.
Aunque inicialmente estaba destinada a los monjes benedictinos, la regla ha sido adoptada por otras comunidades monásticas. En el catolicismo moderno, estas reglas se convirtieron en los principios del monaquismo laico benedictino.
A los asociados laicos que eligen esta forma de vida se les llama oblatos, que significa «ofrenda».
Los oblatos benedictinos llevan una vida secular inspirada por la espiritualidad de monjes y monjas. Esto incluye observar los valores benedictinos de comunidad, hospitalidad, humildad, sencillez, oración y alabanza en su vida diaria.
Este movimiento mundial está impulsado por personas que anhelan replicar las oraciones y la contemplación monásticas en sus vidas seculares.
El aislamiento de la sociedad no es una opción para todos, especialmente para aquellos que tienen familias que atender. Pero el monaquismo laico les da la oportunidad de llevar una vida espiritual sin tener que vivir en monasterios.
Una de las comunidades monásticas laicas benedictinas más destacadas es la de los laicos cistercienses . Somos una comunidad de laicos que busca tener una conexión más profunda con Dios a través de la oración y la contemplación. Cualquiera que comparta este deseo siempre será bienvenido a unirse a nosotros, ya sea como invitado o a través del Programa de Formación Laica Cisterciense. (Relacionado: Los 12 escalones de la montaña del orgullo según San Bernardo de Claraval )